Mentiras y niños: ¿qué podemos hacer cuando nos mienten?

Escrito el 04/11/2024
Esther Moral


 A nadie le gusta que le mientan y, probablemente menos cuando quien lo hace es nuestro hijo.  Se ha estudiado que la capacidad de mentir comienza a manifestarse a partir de los 2 años y, en contra de lo que muchas veces pensamos, es una buena señal. Es una señal de desarrollo cognitivo del niño y de la exploración de nuestro mundo social. Mentir no es un acto sencillo, requiere de cierta habilidad cognitiva, ser consciente de que los demás pueden pensar diferente aque él y que pueden tener creencias falsas. Requiere también la participación de la memoria (recordar qué es lo que se ha dicho) y sobre todo, la inhibición, debo ser capaz de evitar que se escape la verdad. Por tanto, no debemos alarmarnos cuando nuestro hijo empieza a utilizar la mentira: es signo de un buen desarrollo y socialización y no los convierte en niños problemáticos.  ¿Qué es lo que lleva a nuestro hijo a mentir? Podemos encontrar varias razones por las que un niño nos mienta:
  •  Cuando son muy pequeños, para practicar la habilidad, ponerla a prueba y ver que sucede. También puede ocurrir que a´n les cueste distinguir la verdad de la fantasía, lo que hace que incorporen la mentira en su discurso.
  •  Cuando temen un castigo o se sienten amenazados
  •  Cuando temen ser rechazados
  •  Cuando se sienten sin salida
  •  Cuando se espera mucho de ellos, pueden llegar a mentir para cumplir con las expectativas de los padres
  •  A veces, simplemente, porque piensan que de esta forma será más sencillo
  •  Para mejorar su autoestima y ganar aprobación. Explicando alguna mentira grandiosa o exagerando algunas situaciones par que otros los valoren más positivamente.
 Ahora bien, ¿qué podemos hacer para no fomentar la conducta de mentir?
  •  Mantener la calma. Si nos enfadamos desviaremos la atención del problema que queremos resolver.
  •  No preguntar cosas de las que ya conocemos la respuesta “¿Has recogido los juguetes?” Y sabes que no lo ha hecho. Mejor opción “Aún no has ordenado la habitación, ¿la ordenamos juntos?
  •  Cuando exista un problema, fomentamos el buscar soluciones, no los culpables o responsables del problema
  •  Intentar dar ejemplo y ser honestos. No mentir delante del niño. Debemos recordar que nuestras acciones tienen más poder que las instrucciones o indicaciones que podamos dar. Si nos hacen preguntas difíciles o incómodas de responder, debo evitar mentir y, por ejemplo, responder con un “no sé”.
  •  Enseñar que de los errores podemos aprender, no es necesario avergonzarse de los fracasos ni ocultarlos.
  •  Explicar que no los rechazaremos y los amaremos, hagan o lo que hagan.
  •  Hacerles saber que conocemos la verdad y que no se corresponder con lo que no están contando “Yo creo que esto ha pasado de una forma diferente a lo que me estás explicando”.
  •  Agradece los momentos en los que te diga la verdad: sobre todo en momentos en los que no les es fácil y deben hacer frente a las consecuencias de lo ocurrido.
  •  Respetar su intimidad, a veces no querrán compartir todo lo que les ocurre y, forzándoles fomentamos que utilicen la mentira para no tener que compartir la información.
  •  No los juzgues ni avergüences. Cuando nos sentimos juzgados, tendemos a ocultar información o mentir para evitar las críticas.
  •  Evitamos las etiquetas: una cosa es nuestro hijo nos diga mentiras y, la otra, que le etiquetemos como “mentiroso”.
  •  Algunas mentiras, sobre todo cuando son más pequeños, pueden parecernos divertidas. Es importante que intentemos no reír, cuando lo hacemos, estamos transmitiendo el mensaje de que reír está bien, estamos aprobando y fomentando esa conducta.
 ¿Y si mi hijo miento constantemente? ¿Cuándo se considera que mentir es un problema? Todos los niños y niñas mienten. Debemos fijarnos en la frecuencia y en las razones para mentir. Si nuestro hijo miente constantemente, sin que haya una razón aparente, es importante que utilicemos las estrategias que hemos ido mencionando. Si aún así, la conducta se mantiene y no conseguimos reducirla, siempre podemos pedir ayuda profesional. 

Autora: Laura Villegas (RBEC)